ANULAR A LAS VÍCTIMAS Y CONSAGRAR LA IMPUNIDAD: LOS OBJETIVOS TRAS LA INSTALACIÓN DEL NEGACIONISMO EN LAS CALLES
Anular a las víctimas y consagrar la impunidad: Los objetivos tras la instalación del negacionismo en las calles
Investigadores señalaron que este tipo de afrentas tienen una intención política clara, que es levantar una corriente de ultraderecha, y advirtieron que la falta de condena y de medidas claras por parte de las autoridades posibilita que “estos grupos actúen en un espacio que se les está haciendo cómodo”.
Ocurrió una vez más el fin de semana pasado y ya anotan ocho sitios de memoria como flancos de ataque. Esta vez actuaron en el frontis del Estadio Nacional y en el ex Galpón Víctor Jara. Generalmente lo hacen de noche o de madrugada y los nocheros son los primeros en ver los resultados: destrozos de memoriales, rayados en las inscripciones, instalación de lienzos y afiches con mensajes sarcásticos y ofensivos. En algunos sitios han dejado rastros y se identifican como integrantes del Movimiento Social Patriota (MSP). Pero en otros casos prefieren el anonimato pegando afiches sin firmar.
En el ex Galpón Víctor Jara instalaron un afiche de “Aquí Están” a pesar de que este espacio, ubicado a un costado de la Plaza Brasil, en la comuna de Santiago, se encuentra cerrado hace más de cinco años. “Ahí te das cuenta que es una provocación por lo que representan, en este caso la figura de Víctor Jara”, indica Romina Ampuero, integrante de la Red de Sitios de Memoria.
A esto se suman otras acciones que han abierto el debate sobre la instalación de discursos de odio en el espacio público. En abril del año pasado colgaron un lienzo en Las Condes afirmando que Daniela Vega era hombre y, pocos meses después, aparecieron colgados muñecos de obispos en el Puente de los Candados, en Providencia, reivindicando que fueran ahorcados por abusadores. También se conoció su intervención en una marcha por el aborto libre en la que vertieron sangre y vísceras de animales emulando una “contraprotesta”. De esa manifestación resultaron tres mujeres apuñaladas.
En un análisis más amplio de estas manifestaciones, Juan René Maureira, historiador e investigador en Derechos Humanos en la Fundación Nodo XXI, afirma que se trata de acciones que buscan relativizar los consensos básicos de la democracia y posiciona en primer lugar la pérdida del respeto por la dignidad por las personas. Explica que es un fenómeno que está ligado a corrientes ultraderechistas que buscan propagar ideas nacionalistas, antiaborto, homofóbicas y xenófobas.
Es una situación que también se ha observado en países europeos con la irrupción cada cierto tiempo de manifestaciones de reconocidos grupos neonazis. Se han identificado, por ejemplo, ataques a memoriales de víctimas del Holocausto y también masivas marchas en contra de las políticas de asilo para los refugiados. En Alemania esto ha tenido una voz clara desde el partido de derecha Alternativa por Alemania (AfD), donde su líder Frauke Petry se mostró partidaria de llegar a dispararle a los refugiados para proteger las fronteras europeas.
De ahí que integrantes de los sitios que han sido dañados insistan en no calificar de “intervenciones” los afiches de “Aquí Están” que se burlan de los detenidos desaparecidos, lo que daría pie para discutir sobre el alcance del derecho a la libertad de expresión de “intervenciones artísticas”. En su cuenta de Instagram, este grupo se vincula a expresiones de arte callejero. “Nos parece que son ataques selectivos que buscan invalidar las ideas que representan estos espacios de justicia, memoria y verdad”, señala Romina Ampuero.
Lo preocupante, en opinión de Juan René Maureira, es que la falta de un pronunciamiento por parte de las autoridades frente a los hechos conocidos, posibilitaría un “espacio cómodo” para que estos grupos sigan actuando. “Los discursos negacionistas siempre tienen una intención política. Hay intereses de sectores políticos en que estas manifestaciones sigan teniendo lugar porque tienen objetivos claros: consagrar la impunidad, anular la voz de las víctimas, construir legitimidad para los victimarios y mantener el poder a los sectores que les colaboran”, afirma. El ex presidenciable y hoy líder del movimiento Acción Republicana, José Antonio Kast, ha sido la figura política que ha reivindicado este tipo de discursos ultraconservadores. Eso le valió para conseguir el 8 por ciento en las elecciones de 2017.
Un reconocido académico que estudió el fenómeno del negacionismo es el sociólogo sudafricano Stanley Cohen, fallecido en 2013. El profesor emérito de la London School Economics and Political Science escribió Estados de Negación, un ensayo sobre atrocidades y sufrimientos, publicado en 2005, que describe las formas elementales de la negación en la sociedad. El estudio explica que esta corriente no solamente rechaza la idea de que ciertos hechos ocurrieron, sino que también comprende los actos de indiferencia, encubrimiento y los dobles discursos que se adoptan para referirse a ellos. “Lo vemos en los sectores de derecha cuando adoptan discursos hacia las víctimas de respetar los derechos humanos, pero en sus filas siguen apoyando a los colaboradores del régimen de Augusto Pinochet”, explica Maureira.
Otros discursos, según Cohen, se reconocen dentro de la “negación cotidiana”. “Cuando escuchamos el ‘no me interesa’, cuando se dice ‘se merecían o se buscaron que les pasara o que les pase’, el ‘tenían que obedecer’ o la ‘ceguera virtual’ con el ‘es que yo no lo sabía’, aunque exista noción de lo que está ocurriendo”, precisa el investigador de Nodo XXI.
Si bien algunas de estas acciones se las ha adjudicado el MSP, no se conocen más detalles sobre la composición de este y de otros grupos. A juicio de Juan René Maureira, no sería conveniente analizar el fenómeno limitándose a aspectos generacionales, sino más bien entendiendo que es una corriente que ha ido mutando. “Es el mismo discurso que existió durante la dictadura que articulaba a un sector, pero al ir quedando marginado ahora se ve reflejado en otras maneras de actuar”, advierte.
Desde la Red de Sitios de Memoria reconocen que su aparición en redes sociales y en medios de prensa les ha servido de trampolín para obtener tribuna y, por eso, creen que quedarse solo en la denuncia aumentará su impacto. “Creemos que es necesario adoptar una afrenta cultural, potenciando las actividades y la educación en derechos humanos y no seguir levantando estos discursos de odio”, asegura Luis Valencia, integrante del sitio de memoria Estadio Nacional.
Juan René Maureira hace foco en otras situaciones que también han dejado al descubierto el negacionismo. Más allá de los montajes noticiosos aparecidos durante el régimen militar en medios como La Segunda o El Mercurio, el adjetivo de “supuestos” acompañó las notas sobre detenidos desaparecidos hasta bien avanzada la democracia. También nombra las múltiples acciones en el Congreso, con lienzos y carteles, de parlamentarios de la coalición de derecha ante proyectos que buscan terminar con los beneficios carcelarios para los ex militares condenados por delitos de lesa humanidad. Todo esto con el objetivo de relativizar hechos que han sido constatados por investigaciones judiciales, muchas de las cuales siguen en curso.
Este fenómeno también fue analizado por Loreto López, antropóloga que forma parte del Programa Psicología Social de la Memoria de la Universidad de Chile, quien asegura que el negacionismo también busca desacreditar todos los esfuerzos que se hacen en pos de que la verdad histórica de la dictadura esté disponible para la sociedad.
Esto queda graficado en la consigna que puso en un lienzo el MSP en Villa Grimaldi donde señalaron: “Aquí la izquierda lucra y adoctrina con la memoria de chilenos torturados”.
“Si ellos creen que lucrar es sostener un sitio de memoria a punta de voluntarios y de un escaso apoyo financiero por parte de el Estado. Si eso constituye lucro, si ellos piensan que sostener los 364 días del año abierto un lugar para la visita de toda la sociedad y consideran que eso es lucrar me parece que tienen un concepto de lucro bastante errado”, recalca.
López también agrega que este descrédito no tiene ningún sentido puesto que los sitios de memoria fueron impulsados por las mismas víctimas de los centros de tortura.
“Las víctimas de esos espacios fueron las primeras interesadas y las primeras que se movilizaron para que estos lugares fueran abiertos. Entonces nuevamente hay un uso engañoso y abusivo de la figura de la víctima haciendo creer que las víctimas están siendo instrumentalizadas cuando fueron las propias víctimas las que lucharon por la recuperación de estos espacios”, afirma.
Sin embargo, la antropóloga plantea que los afiches de “Aquí Están” no necesariamente representan un agravio contra la lucha por los derechos humanos sino que tal vez sea una manera de reinstalar de manera provocativa el debate sobre esta temática en nuestro país. Además de esto, destaca que estas intervenciones fueron hechas en distintos puntos de la ciudad pero no se volvieron mediáticas hasta que aparecieron en los sitios de memoria.
“Se puede leer rápidamente que esto puede ser un agravio a los sitios. Me parece que hay que dejar abierto y debatir un poco más qué interpelación están haciendo estas imágenes que muestran a un perpetrador decrépito con un afiche que dice ‘aquí están’, o sea, que ellos son los poseedores de la verdad y que se están burlando de todos nosotros. Al aparecer estas imágenes en distintos sectores de la ciudad, y no solo en los sitios de memoria, se están burlando de todos los que la ven porque el represor está sacando la legua, podría ser una expresión de la impunidad que no cede. Las lecturas pueden ser menos ortodoxas. Además, nos exponen a un lenguaje estético, que podría ser de denuncia, al cual no estamos acostumbrados”, argumenta.
“El silencio del gobierno colabora para que esto se normalice”
“No es algo que tenga mucha urgencia para las autoridades en el escenario político en el que estamos”, señala Romina Ampuero, integrante de la Red de Sitios de Memoria, al referirse a la falta de condena pública del gobierno ante estos hechos. Hasta ahora, dice, no se han tomado medidas al respecto y el silencio de las autoridades ha contribuido a que esto se normalice.
El pasado lunes la Red le solicitó, a través de un escrito, al Ministro del Interior, Andrés Chadwick, al subsecretario de la cartera, Rodrigo Ubilla, y al subsecretario de Justicia, Juan José Ossa, que se inicien investigaciones para detectar el origen y la conformación de estos grupos. A la vez, le solicitaron al Instituto Nacional de Derechos Humanos evaluar alguna estrategia de defensa jurídica.
Uno de los antecedentes con los que esperan contar son las grabaciones de las cámaras de seguridad de la municipalidad de Ñuñoa instaladas a las afueras del Estadio Nacional que la Corporación a cargo del sitio de memoria ya solicitó.
La falta de sanciones a actos negacionistas lo inscribe en el debate que se ha dado durante los últimos días tras conocerse la intención del ministro de Justicia Hernán Larraín de ingresar una indicación que elimine las penas de cárcel por estos hechos. El secretario de Estado se mostró partidario de evaluar otro tipo de sanciones a diferencia de lo que ya se había introducido – por la diputada comunista Carmen Hertz- en el proyecto de ley de incitación a la violencia. “Lo importante con esto es que se den cuenta que sí existe negacionismo”, apunta Romina.
Por otro lado, agrega que siendo la subsecretaría de DD. HH la encargada de la ejecución del Plan Nacional en la materia, debería tomar parte en la protección de estos sitios. Sin embargo, solo cuentan con un título nobiliario, en el caso de los sitios declarados históricos por el Consejo de Monumentos Nacionales, que no asegura ni protección ni la mantención del trabajo interno que ellos realizan. “No hay ningún departamento donde nosotros pudiésemos denunciar lo que está pasando sistemáticamente en los monumentos históricos. Estamos en tierra de nadie frente a esto”, puntualiza.
Sumado a una posición clara desde el Ejecutivo, sigue pendiente la tramitación de un proyecto de ley Sobre Sitios de Memoria, donde jurídicamente podría quedar establecido un mecanismo de defensa ante este tipo de actos, algo que hoy no existe.
* El Desconcierto - Natalia Figueroa y Gonzalo Espinoza