POLONIA: CUANDO EL REVISIONISMO HISTÓRICO SE QUIERE HACER PASAR POR MEMORIA

05.03.2018 22:15

La Ley modificada sobre el Instituto de Memoria Nacional, aprobada por el parlamento polaco el 26 de enero, ha causado una gran tormenta política nacional e internacional (el texto completo en inglés de la Ley se puede encontrar aquí). Además de ampliar las divisiones históricas y políticas en Polonia, ha abierto un conflicto no solo con Israel y Ucrania, sino también con el principal aliado del país, Estados Unidos. La ley ya ha sido firmada por el presidente, aunque la ha enviado al tribunal constitucional para su revisión (respecto a las controversias legales que rodean a la ley, consultar aquí).
Este artículo considerará el contenido de la Ley; las reacciones al mismo y qué repercusiones más amplias puede ten

 

(Co) Responsabilidad y campos de exterminio

Hay principalmente dos partes controvertidas de esta Ley, que consideraremos una tras otra. La primera se refiere a acusaciones de (co) responsabilidad de los polacos por los crímenes nazis en la Segunda Guerra Mundial. Esta parte (Artículo 55a.1) dice: "Quien alegue, públicamente y en contra de los hechos, que la Nación Polaca o la República de Polonia es responsable o corresponsable de los crímenes nazis cometidos por el Tercer Reich, como se especifica en el Artículo 6 de la Carta del Tribunal Militar Internacional adjunto al acuerdo internacional para el enjuiciamiento y castigo de los principales criminales de guerra del Eje Europeo, firmado en Londres el 8 de agosto de 1945 (Diario de Leyes polaco de 1947, artículo 367), o por otros delitos que constituyen crímenes contra la paz, crímenes contra la humanidad o crímenes de guerra, o quienquiera que de otra forma disminuya groseramente la responsabilidad de los verdaderos perpetradores de dichos crímenes - será castigado con una multa o con hasta 3 años de prisión. La sentencia se hará pública.

Lo primero que debe observarse aquí es lo que se ha omitido de este proyecto de ley. No incluye la frase "Campos de exterminio polacos", aunque se ha informado ampliamente en los medios internacionales de que esto está en la Ley y que se ha utilizado regularmente como justificación para ella en Polonia. Esta frase ha sido utilizada en el pasado por algunos políticos internacionales (sobre todo Barak Obama) y en los medios internacionales. Generalmente se ha usado para denotar la ubicación geográfica de los campos, aunque fue condenada fuertemente, con razón, por todos los gobiernos polacos, que tendieron a reducir su uso. La frase nunca se ha utilizado dentro de Polonia y como esta ley solo se puede aplicar en Polonia, de todos modos no habría sido de utilidad práctica. Lo absurdo de la situación actual es que la frase se ha extendido por todo el mundo durante la semana pasada, y los tweets que la incluyen han llegado a decenas de millones de personas; algunos de los cuales, hostiles a la Ley, usándola como una forma de criticar al gobierno polaco.

La redacción del presente proyecto de ley es en realidad mucho más ambigua y peligrosa que esto, con el término "corresponsabilidad / responsabilidad" abierto a interpretaciones erróneas y abusivas. El holocausto fue un acto planeado y llevado a cabo por los nazis alemanes en Polonia, que estaba bajo su ocupación. Los nazis consideraban a los polacos como una raza eslava inferior y si hubieran ganado la guerra indudablemente habrían intentado destruir por completo a Polonia y al pueblo polaco. Polonia (tanto católicos como judíos y otros) sufrió, en porcentaje, una mayor pérdida de población que cualquier otro país durante la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de su infraestructura, industrias y ciudades (más del 85% de los edificios de Varsovia) fueron destruidas por los nazis. Los nazis construyeron la mayoría de sus campos de concentración en la Polonia ocupada y llevaron a cabo la matanza sistemática de tres millones de judíos (más del 90% de la población judía polaca anterior a la guerra). Aproximadamente otros 2 millones de polacos no judíos murieron durante la Segunda Guerra Mundial. Desde el comienzo de la ocupación de Polonia, la población polaca estuvo sujeta al terror, las ejecuciones en masa y represalias indiscriminadas contra comunidades enteras en las que hubo resistencia. La ocupación en Polonia fue más dura que en cualquier otro país de Europa occidental. No se creó ningún gobierno colaboracionista en Polonia y los polacos organizaron el mayor movimiento de resistencia a la ocupación nazi en Europa. La Polonia ocupada era el único territorio bajo ocupación nazi en que cualquier tipo de ayuda a los judíos era castigada con la muerte no solo para quien ayudaba sino también para toda su familia. A pesar de esto, los ciudadanos polacos ostentan el número más alto del mundo de individuos que han sido reconocidos como Justos Entre las Naciones, como no judíos que arriesgaron sus vidas para salvar a los judíos del exterminio durante el Holocausto. Se estima que alrededor de 50,000 polacos fueron ejecutados directamente por ayudar a judíos.

Quizás sea imposible imaginarse cómo fue vivir bajo esta ocupación y tratar de pensar cómo uno podría haber actuado en tal situación. La destrucción, el miedo y la barbarie infligidos por los nazis a Polonia fueron a tal escala que no es posible comprender. Los polacos fueron víctimas de esta ocupación. No hay ningún “pero” que pueda seguir a esta frase, no puede añadirse ninguna calificación que pueda de alguna manera disminuirla. La ocupación tuvo lugar en una sociedad que estaba dividida antes de la guerra, en la cual un creciente nacionalismo de derechas ( que se había extendido a través del continente) se combinaba frecuentemente con el antisemitismo contra la amplia población judía. Durante la guerra estas divisiones fueron explotadas por los nazis y hubo casos en que algunos polacos instigaron el asesinato de judíos. Ningún país está hecho simplemente de buenas o malas personas y ninguna historia es siempre blanca y negra.

La nueva ley no solo nubla la historia, sino que utiliza la tragedia de la ocupación nazi para un beneficio político actual. El gobierno polaco y los medios de derecha están caldeando la atmósfera en Polonia al difundir la creencia de que hay una campaña internacional para culpar a Polonia del holocausto y afirmar que los campos de concentración eran "polacos". El proyecto de ley traslada potencialmente a los tribunales las dolorosas discusiones entre comunidades y entre historiadores  y extiende la incertidumbre y el miedo sobre lo que se puede decir. Algunos políticos destacados relacionados con el gobierno (como la Ministra de Educación Anna Zalewska) han puesto en duda la sentencia previamente aprobada por el Instituto de Memoria Nacional de que la masacre de judíos en la aldea de Jedwabne fue llevada a cabo por polacos. Imaginémonos por un momento que el Gobierno hubiera revertido esta decisión, ¿sería ilegal decir que los polacos fueron responsables de esta tragedia?

 

Incitando la reacción

El propósito político de este proyecto de ley parece ser inflamar las emociones y las hostilidades de un sector de la población polaca. Después de llevar a cabo una campaña de propaganda negativa contra refugiados y musulmanes, el gobierno y los medios de la derecha están abriendo la caja de Pandora del antisemitismo. El año 2018 es el 50 aniversario de uno de los pasajes más oscuros de la historia de la República Popular Polaca, en que miles de judíos fueron expulsados ​​del país. En la Polonia contemporánea (donde la población judía es actualmente muy pequeña) el antisemitismo sigue siendo fuerte, aunque ha ido disminuyendo sin cesar. Desde principios de la década de 1990 hasta 2005, quienes expresaban aversión por los judíos eran alrededor de la mitad de la población. Sin embargo, esto había disminuido hasta tan solo el 27% en 2010 (cuando por primera vez había más polacos con una actitud positiva que negativa hacia los judíos); antes de subir al 32% en 2015. Esta ley ha provocado una explosión de antisemitismo en las redes sociales liderada por una minoría racista escuchada en el país. Prominentes publicistas de derecha han bromeado con que quizás deberíamos utilizar también la frase 'Campos de Concentración Judíos'. En una manifestación organizada por el Movimiento Nacional, de extrema derecha, ante el Palacio del Presidente (haciendo campaña para que firme el Acta), se desplegó una pancarta con un lema instando al presidente Duda a "arrancar su kipá".

El gobierno también ha respondido con su propia campaña basada en el eslogan “Campos de exterminio alemanes”. El gobierno afirma que hay que subrayar siempre el hecho de que los campos de concentración eran alemanes y que el holocausto fue llevado a cabo por los alemanes. Recientemente se han pedido incluso cambios en los nombres de los campos de concentración como Majdanek o Auschwitz para que incluian la palabra alemán. Esto se basa en la falsa creencia de que las personas del exterior no entienden quiénes eran los nazis y de dónde venían. Al enfatizar sistemáticamente el hecho obvio de que eran alemanes, se minimiza el hecho de que eran campos fascistas. Se pasa por alto que el fascismo no se limitaba a Alemania ni era algo concerniente únicamente a ella; que algunos colaboraron con él; y que sigue siendo una amenaza en el día de hoy. Esta revisión de la historia ha sido secundada por miembros del gobierno y medios de la derecha, que afirman que Hitler era en realidad "de izquierdas". Un prominente historiador derechista, Piotr Zychowicz, que ha popularizado este absurdo, incluso publicó un libro en que afirmaba que la mejor solución para Polonia en 1939 hubiera sido haberse aliado con el Tercer Reich y haber ayudado a derrotar a la Unión Soviética.

 

La reacción de Israel

La reacción nacionalista de derechas en Polonia ha sido replicada por algunas respuestas similares por parte de la derecha israelí. La comunidad judía, a nivel nacional e internacional, había criticado el proyecto de ley antes de que se aprobara en el parlamento; y después de su aprobación, la condena del proyecto de ley fue inmediata y fuerte, expresando el temor real de que la discusión abierta sobre el holocausto en Polonia sea censurada. Sin embargo, las reacciones de algunos políticos israelíes han sido en sí mismas incendiarias y ofensivas. Por ejemplo, el líder del partido opositor, Yair Lapid, tuiteó que el Holocausto: “fue concebido en Alemania, pero cientos de miles de judíos fueron asesinados sin haber conocido nunca a un soldado alemán. Hubo campos de exterminio polacos y ninguna ley puede cambiar eso”. Por otra parte, fue cancelada la visita que el Ministro de Educación, Naftali Bennett debía realizar a  Polonia, debido a sus afirmaciones de que" muchos polacos, a lo largo del país, persiguieron, informaron o participaron activamente  en el asesinato de más de 200,000 judíos durante y después del Holocausto” y que vendría a Polonia a decir la verdad. Bennet es miembro del Partido del Interior, de extrema derecha, que cree que no hay lugar para Palestina en la Tierra de Israel "otorgada por Dios".

Esta ley ha inflamado las emociones, ha llevado a los extremos la discusión sobre la terrible historia compartida de la ocupación nazi y ha dado ínfulas a las voces nacionalistas más derechistas tanto en Israel como en Polonia. Esta deriva hacia los extremos ha sido criticada por el Gran Rabino de Varsovia, Michael Schudrich. Este ha condenado el proyecto de ley y ha señalado que existe una preocupación real dentro de la población judía de Polonia respecto a lo que está sucediendo en el país. Simultáneamente, ha declarado que: "Algunas de las cosas que he oído decir por Israel en la última semana también son horripilantes. Estas afirmaciones contra Polonia que simplemente no son ciertas y claramente no ayudan. Y más que no ayudar, simplemente son equivocadas ".

 

Colaboración ucraniana

El segundo elemento controvertido de este proyecto de ley se refiere a las acciones de los nacionalistas ucranianos durante la guerra. Esta parte dice:

"Artículo 2a. En el sentido de la Ley, los crímenes cometidos por nacionalistas ucranianos y miembros de unidades ucranianas colaboradoras con el Tercer Reich constituyen actos cometidos por nacionalistas ucranianos entre 1925 y 1950 que involucraron el uso de violencia, terror u otras violaciones de derechos humanos contra personas o grupos de población . La participación en el exterminio de la población judía y el genocidio de ciudadanos de la Segunda República Polaca en Volhynia y Malopolska del Este [Pequeña Polonia] también constituye un crimen cometido por nacionalistas ucranianos y miembros de unidades ucranianas que colaboran con el Tercer Reich ".

La historia nunca se discute en el vacío, sino que está conformada por los acontecimientos políticos contemporáneos. Las relaciones entre Ucrania y Polonia han estado cambiando constantemente en los últimos años. Polonia fue un firme defensor de las protestas de Maidan en Ucrania y del derrocamiento del gobierno de Yanukovich y respaldaron al gobierno ucraniano en el conflicto militar en el este de Ucrania. Prominentes políticos de Polonia, entre ellos miembros del actual partido gobernante PiS (entre ellos, Jarosław Kaczyński), participaron en las protestas de Maidan en Kiev. La elevación de las banderas nacionalistas históricas del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) y el crecimiento del nacionalismo de derecha y las unidades paramilitares fueron casi totalmente ignoradas por Polonia y Occidente. En abril de 2015, el parlamento ucraniano incluso aprobó una ley que reconoce a UPA como un "luchador por la libertad y la independencia" el mismo día en que el entonces presidente polaco Bronisław Komorowski se dirigió al parlamento ucraniano. Tal hipocresía e irresponsabilidad no se limita a Polonia, ya que los políticos y comentaristas occidentales de todas las tendencias políticas (no menos los que profesan ser los más liberales), condenan cualquier crítica a la extrema derecha en Ucrania por ser exagerada y simplemente propaganda rusa.

Ucrania ha experimentado su propio proceso de revisionismo histórico y censura. Además de alabar a los nacionalistas ucranianos (muchos de los cuales participaron en el asesinato de judíos y polacos y lucharon junto a los nazis), el gobierno ucraniano ha comenzado a censurar a quienes presentan otra versión de la historia. El libro Stalingrad, un bestseller histórico de Antony Beevor, fue prohibido por el gobierno ucraniano, por un pasaje que cuenta cómo 90 mil niños judíos fueron asesinados por la milicia ucraniana "para no herir los sentimientos del Sonderkommando", las unidades de trabajo compuestas por prisioneros del campo de exterminio nazi.

El gobierno ucraniano ha condenado la ley polaca sobre crímenes de guerra "ucranianos" diciendo que restringe la libertad de expresión y es un paso hacia la censura de partidos. Aunque sin duda tienen toda la razón en este sentido, no reconocen de ninguna manera que ellos están cometiendo los mismos errores. El nacionalismo está aumentando tanto en Polonia como en Ucrania y ambas poblaciones tienen agravios históricos contra el otro. Además, ha habido una gran migración de ucranianos a Polonia en los últimos años, con alrededor de dos millones de ucranianos trabajando legalmente en el país. Estos inmigrantes se han integrado con éxito en la sociedad polaca, aunque los ataques contra los ucranianos en Polonia han ido en aumento. Sin embargo, el crecimiento del nacionalismo en ambos países y la apertura de disputas históricas entre ellos amenazan potencialmente estas relaciones principalmente pacíficas.

 

Repercusiones internacionales

Uno de los aspectos más curiosos de estos eventos es el cambio en las relaciones internacionales entre los EE. UU. y tres de sus aliados internacionales más cercanos: Polonia, Israel y Ucrania.

Apenas unos meses atrás, Donald Trump visitó Varsovia e hizo grandes elogios de Polonia y su gobierno. Su retórica nacionalista derechista entonaba con la del gobierno polaco, afirmando que las principales amenazas para el mundo son Rusia y el terrorismo islámico; y que históricamente, el nazismo y el comunismo eran "males gemelos". Trump fue el primer presidente en décadas que no visitó el monumento a la sublevación del gueto judío de 1943, cuando visitó Varsovia. Además, consultó con el historiador de extrema derecha Marek Jan Chodakiewicz para su discurso en Varsovia. Como señaló Rafał Pankowski, de la red antirracista Never Again, Chodakiewicz es conocido como un negacionista de la responsabilidad polaca por los actos de antisemitismo, incluido el infame pogrom Jedwabne de 1941, "(..)" Ha afirmado repetidamente que eran principalmente los mismos judíos los responsable de la hostilidad de sus vecinos polacos. Las acusaciones a los judíos de estar involucrados con el comunismo han estado presentes en muchos de los escritos de Chodakiewicz ".

El día en que se aprobó la Ley en el parlamento polaco, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Rex Tillerson, estaba de visita en Varsovia como parte de una gira internacional. En aquel momento  no hizo ninguna declaración sobre la Ley y fue solo después de que Israel se quejara de ella, que el gobierno de los EE. UU. también respondió con una condena similar. Hay que suponer que a los gobiernos polaco y estadounidense les pilló por sorpresa la reacción de Israel. Recientemente Polonia ha estrechado sus relaciones con Israel y Estados Unidos, así como se han agriado sus relaciones con la Unión Europea y Alemania. Polonia fue uno de los pocos países que no votó en contra del proyecto de ley de Estados Unidos en las Naciones Unidas para reconocer a Jerusalén como la capital de Israel; y recientemente firmó un memorando de intención para comprar tanto el sistema de misiles Patriot de EE. UU. como misiles interceptores del sistema de defensa de misiles David Sling de Israel. Además, como se señaló anteriormente, Polonia y Ucrania se han convertido en estrechos aliados, unidos en sus actitudes hacia cosas tales como las sanciones económicas internacionales contra Rusia y el aumento de la presencia militar de la OTAN en la región.

La Ley Polaca de Memoria Histórica ha revelado las crecientes tensiones de Polonia con Israel y Ucrania. Esto es en parte un efecto del debilitamiento del poder internacional de Estados Unidos. Estados Unidos continúa siendo la potencia militar más grande del mundo y el mayor exportador de armas en el mundo. Están estratégicamente aliados a Ucrania y Polonia como parte de su objetivo declarado de extender sus fuerzas armadas a las fronteras de Rusia; e Israel es su principal aliado en el Medio Oriente y depende de las armas y el apoyo militar de los Estados Unidos. Esta realidad no va a cambiar pronto y, por lo tanto, es de esperar que eventualmente pueda encontrarse alguna forma de compromiso que al menos pueda calmar temporalmente las tensiones entre estas tres naciones.

Sin embargo, cualquier hegemonía global debe tener una mezcla de poderes "duros" y "blandos". Estados Unidos ya no tiene mucho que ofrecer a estos países más allá de venderles sus armas y proporcionarles su nefasta seguridad. Su peso económico declinante en el mundo significa que EE. UU. ya no puede pagar por la complicidad ni exportar su visión del "sueño americano" como hacía anteriormente. En la época de Trump, su falsa imagen como defensor de los derechos humanos (incluso en casa) se pone en evidencia como un fraude. Al respaldar a las administraciones nacionalistas y conservadoras dentro de sus propios estados aliados, Estados Unidos está ayudando a crear hostilidades nacionalistas entre estas  regiones. La reapertura de disputas históricas, que se remontan a la Segunda Guerra Mundial, refleja cómo muchas de las estabilidades y seguridades del mundo de posguerra continúan esfumándose.

* Gavin Rae, sociólogo, ha escrito temas relacionados con la transición en Europa Central y Oriental y la UE