RECORDANDO EL SENDERO DE LA GUERRILLA DE NELTUME: LA MONTAÑA NUNCA OLVIDA
Seis pétalos de memoria se desprendieron desde las montañas de Neltume, para formar las correspondientes placas de memoria guerrillera y construir así un sendero de consecuencia revolucionaria, como recuerdo y homenaje a los combatientes del MIR caídos en estos rincones llenos de historia popular.
La montaña nunca olvida y con estas placas de madera noble, con los nombres de los héroes del pueblo grabadas sobre ellas: Oscar, Rigo, Pablo, Jorge, Camilo, Víctor, Pedro, Pequeco, Paine, Eusebio y Lucas, se fue armando ésta importante porción de memoria histórica.
Durante las actividades realizadas en Neltume en febrero de 2015, los integrantes del Comité Memoria 81 lanzaron la idea de construir un “Sendero de la Guerrilla”, dentro del marco de las actividades de Memoria que año a año se realizan para conmemorar a los combatientes caídos en ese territorio durante el año 1981. También en esa ocasión se remarcó que desde el mismo día 11 de septiembre del año 1973, un grupo de compañeros resistió la instalación de la dictadura y combatió en las montañas de Neltume hasta el mes de diciembre. Puntualizaron que este hecho constituye una primera experiencia de guerrilla en la zona, por lo que también es necesario destacarlo.
El pasado sábado 02 de febrero de 2018, después de tres años de trabajo mancomunado entre el Comité Memoria 81 y el Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume, la idea de este proyecto se concretó. Se instalaron seis Placas de Memoria en los sitios escogidos, lugares que además fueron georeferenciados por parte de Bienes Nacionales para declararlos como Sitios Patrimoniales de Memoria.
Cuatro de estas Placas se instalaron en las orillas del camino que bordea el lago Neltume, otra en el camino hacia Choshuenco, en el sector del fundo Molco y, la última, en la carretera que une Neltume con Puerto Fuy, a la altura de Quebrada Honda. Esos sitios de Memoria se vienen a sumar a otros tres memoriales construidos anteriormente: el Memorial a los Detenidos Desaparecidos, Ejecutados Políticos y Caídos en Combate del Complejo Forestal y Maderero Panguipulli, ubicado en la entrada del pueblo de Neltume, el Memorial del Compañero Paine en Choshuenco y el Memorial de Remeco Alto, en donde murieron los compañeros Camilo, Víctor y Pedro.
La instalación de los Memoriales se llevó a efecto el día sábado durante una extensa jornada que se realizó entre las 9 de la mañana y las 19 horas de la tarde, participando en ella un número de alrededor de 120 personas.
Las emociones brotaron a raudales en los distintos espacios y durante los diferentes momentos en que se fueron instalando las Placas de Memoria, debido a los relatos de vida y semblanzas de los combatientes del MIR homenajeados, realizados tanto por compañeras y compañeros sobrevivientes, como asimismo con los emotivos testimonios entregados por los numerosos familiares presentes.
El recorrido partió en el puente Quilmío, frente a un murallón de piedra que emerge como un portal en la montaña, en donde se proyecta la elaboración de un gran mural cuyas imágenes representen la puerta de entrada al sendero para que dé a conocer que dicho territorio es un espacio en de guerrilla.
Las placas y los pedestales fueron elaboradas por el Artesano Ariel Astudillo, utilizando en su construcción maderas nativas: raulí y el coigüe.
Una frase que mandó el Compañero Rodrigo Muñoz, que fue seleccionada colectivamente, como relató Angélica Navarrete, Presidenta del Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume, ubicada sobre los nombres de los compañeros, se replica en cada una de ellas:
La idea de no tenerlas ya instaladas permitió que distintos compañeros y compañeras participantes de esta actividad, se transformaran en trabajadores para armar e instalar las Placas de Memoria, desempeñando las distintas labores requeridas para tal efecto: limpieza del terreno, confección de los hoyos para los pedestales, armado de las placas, preparación de cemento para su fijación, etc.
La primera de las Placas de Memoria instalada precisamente debajo del murallón de rocas, fue la que recuerda a los compañeros , “Oscar” ( René Eduardo Bravo Aguilera), y “Rigo” ( Julio César Riffo Figueroa).
José Bravo Aguilera, quien participó en la guerrilla del 73 y también en la del año 81, hermano de “Óscar”, expresó:
“Estos compañeros que estamos homenajeando hoy, en la época del Complejo Maderero eran más jóvenes que yo, y para mí fue una sorpresa que ellos, después de estar en países de Europa o en Canadá, después que habían sido tomados prisioneros, que fueron torturados y que estaban allá en la libertad, decidieran de nuevo ir a instrucción y a aprender lo que es el arte militar y venirse para acá, para luchar contra la dictadura por conseguir un país mejor (…) A mi hermano le gustaba jugar a la pelota y con otros jóvenes formaron una Base a la que yo les entregué instrucción política en ese entonces. Trabajaban en la mañana en la madera, y en la tarde trabajaban como estudiantes.”
La segunda Placa de Memoria se instaló a la altura de la zona llamada del 25, en donde se hacían las recepciones de alimentos y pertrechos que eran traslados a un tatú en el sector de la montaña y luego al Campamento Base. Este lugar había sido definido posteriormente como punto de contacto con la Patrulla que había salido en agosto del 81 con la misión de contactarse con el Partido para poder conseguir el apoyo logístico para trasladar a dos compañeros enfermos, y también traer alimentos para el resto de los combatientes. Acá Óscar y Rigo debían ser reconectados por los compañeros de la montaña.
El compañero Pablo (Raúl Rodrigo Obregón Torres) fue el encargado de hacer el punto de contacto y logró detectar que se trataba de una emboscada, disparando su fusil y alertando al resto de los compañeros que estaban en la montaña, pero fue abatido por los comandos del Ejército que se encontraban emboscados en el lugar.
A la intensidad de las emociones experimentadas durante la instalación de cada memorial, se agregó el intenso calor presente después del mediodía, pero las numerosas personas participantes en esta jornada continuaron adelante con entusiasmo para cumplir con la tarea.
Así se llegó al sitio elegido para el Tercer Memorial, ubicado a la altura de la montaña en donde murió combatiendo el compañero Jorge (Pedro Juan Yáñez Palacios).
Ibar, además de destacar las cualidades políticas y posiciones revolucionarias de Jorge, común a todos los compañeros recordados, nos entregó algunas semblanzas personales de Pedro Yáñez:
“Jorge era un tipo bastante especial, era de la zona de Constitución, nos tenía invitado a tomar vino para celebrar el triunfo después (…) Era un flaco alto, muy simpático, bueno para caminar. Era impresionante como caminaba. El correcaminos le pusimos, porque había que seguirle el tranco cuando iba adelante”
Cabe mencionar que Jorge padeció los efectos del congelamiento en sus pies, lo que le produjo gangrena y , como relató Ibar: “Al Doc, le tocó la triste misión de tener que cortarle medio pie para evitar que la gangrena siguiera avanzando. Esto se hizo dentro de un tatú, en la zona del 25, y había una cortapluma, nada más(…) Pero la preocupación de Jorge era que si después de esos implantes él iba a poder volver a la guerrilla y a la montaña.(…) Jorge era, del punto de vista de la afectividad, muy cariñoso, te abrazaba. Le había gustado mucho Francia, porque vivió allá y contaba historias de las francesas, pero seguro que la mitad eran mentiras, pero tenía historias. Era un tipo alegre y con una disposición a toda prueba. Nunca se quejó de nada. “
Posteriormente nos trasladamos hasta la intersección del camino que bordea el lago Neltume con el camino que sube hacia Remeco Alto, a la altura del puente Chan Chan, para proceder a la instalación de la Placa Memoria en recuerdo de Camilo (José Eugenio Monsalve Sandoval), Víctor (Próspero del Carmen Guzmán Soto) y Pedro (Patricio Alejandro Calfuquir Henríquez). Estos tres compañeros mueren en la comunidad de Remeco alto.
Yanet, hermana de Camilo (José Eugenio Monsalve Sandoval), quien actualmente trabaja como guía en el Centro Cultural Museo y Memoria expresó: “Yo les voy a contar lo que se acuerdan mis hermanos más bien de él, porque yo a mi hermano no lo conocí. Voy a relatar la parte de lo que yo me acuerdo de él, porque mi mamá me llevó como a los 6 años a la cárcel, cuando estaba detenido en Valdivia el 73. Entramos a una sala larga me acuerdo y él me sienta en sus piernas y me da un dulce. Es todo lo que me acuerdo.”
Posteriormente leyó tres testimonios sobre su hermano Camilo, “Queño” como le decían en la familia, en uno de esto, su padrino Jorge Pereira nos dice: “Queño tenía muy buena voluntad, un buen compañero, siempre dispuesto a acompañar en aventura, le gustaba nadar y cruzar el río.
Él me enseñó a encontrar frutillas en los campos y pastizales, también maqui y otros.”
En el testimonio de Pilar Silva Sandoval, hermana de Camilo, relata: “Lo encontraba muy alegre, un buen hermano, apegado a su madre e interesado de las conversaciones que sostenían los mayores, pues le gustaba aprender. Él era muy respetuoso, cariñoso, le gustaban las fiestas y asistía a todos los velorios, nunca discriminó a ninguna persona, además le encantaban las cosas dulces.
Cuando el recibió su primer sueldo recuerdo que se pegó una borrachera y estando así, nos formó en fila y nos regaló monedas a todos.”
Por otro lado, su hermano Oscar Silva Sandoval expresa:
“Lo recuerdo muy responsable y trabajador. Muy capacitado para amansar y adiestrar bueyes. Queño nunca faltó el respeto a nadie, hacía favores con gusto. Mientras permaneció en la cárcel aprendió artesanía en madera y llegó a fabricar guitarras de las que regaló a dos de sus hermanos y a Pilar le regaló una cajita que aún la conserva.”
No está de más estar en insistir en el cúmulo de emociones que se acumulaban al ir escuchando los testimonios, más aún cuando su hija, Eugenia Monsalve, nos dice:
“Yo no conocí a mi papá, no tuve la dicha de conocerlo, solo tengo una imagen que me acompaña hasta hoy. Recuerdo estar en brazos de mi abuela y veo un avión y una persona que no tiene rostro para mí. Y mi sueño, porque a diario yo sueño con él, es que él me llama. Para mí es significativo”.
Luego de un prolongado aplauso, se ofreció la palabra a la hermana de Próspero Guzmán, quien con su voz entrecortada por la emoción, en parte de intervención manifestó:“ Harto poco puedo contarles, porque no es que yo no me recuerde de mi hermano. Estoy muy emocionada(…)Yo era la regalona de él, siempre andaba con él, fui a Valdivia cuando él estuvo preso, estuve con él. Después lo despedí en Capuchinos en Santiago, y de ahí no lo vi más hasta que lo vi muerto.”
María Elena Calfuquir, hermana de Patricio Calfuquir (Pedro), se acercó hasta la Placa Memoria portando dos fotos, una en cada mano, y en su testimonio nos habló de la enorme capacidad y disposición política revolucionaria de Pedro, entregando además algunas semblanzas cotidianas :
“Quiero corroborar lo que dijo Ibar: era un músico de verdad. Estudió música. Tocaba guitarra, teclado, la quena, la zampoña, el charango le gustaba mucho (…) Era muy optimista, muy alegre, nunca lo conocí deprimido, frustrado. Un hombre tremendamente idealista, que pensaba que cualquier cosa que hiciera iba a ser para los demás, porque era muy solidario (…) No se quejaba, se preocupaba de sus compañeros, muy estoico, aguerrido una persona que hacía todos los esfuerzos, hasta más allá de sus propias fuerzas. Incluso muchas veces era de los que podía levantar personas estando él también caído. Ese tipo de persona era.
Yo creo que el falleció como él quería. En estas circunstancias. Él estaba hecho para esto, su vida era la vida del revolucionario”.
Nuevamente, antes de proseguir construyendo el Sendero de la Memoria Guerrillera, los nombres de Camilo, Víctor y Pedro fueron vitoreados con un potente ¡Presente, ahora y siempre!
Nos desplazamos esta vez hacia el camino que se dirige hacia el pueblo de Choshuenco, hasta el sector del fundo Molco, para instalar el quinto memorial en homenaje a los compañeros Hugo Rivol y Mario Superby, quienes resistieron el golpe militar en las montañas de Neltume, y fueron asesinados en este sector en diciembre de 1973.
El compañero José Bravo nos cuenta que: “En este lugar fueron asesinados dos compañeros que andaban en la guerrilla con nosotros el 73 (…) El Lucas se llamaba Mario Superby. Era de Santiago, era un tipo extraordinario como conductor de vehículos. En el tiempo del GAP él era el conductor del vehículo del Chicho (…) El Hugo Ribol estaba estudiando Ingeniería Forestal. Él trabajaba en la zona del lago Ranco. El día del golpe se fue para la montaña, para el lado de Arquilhue con 19 campesinos, pero por el camino fueron abandonando, porque la situación de ellos era tan precaria en el sentido de los materiales, armas, ropa, comida, entonces él siguió solo hasta Arquilhue y se unió a nuestro grupo. El como era de acá conocía la montaña y eso nos servía para poder desplazarnos, porque esto estaba lleno de milicos. Los diarios dicen que rodearon acá el Complejo con cinco mil milicos, aparte de boinas negras que tiraron allá arriba después de un bombardeo que hubo.”
Después del relato de Rolo, Rubén hace uso de la palabra para entregar otros antecedentes en relación con estos dos compañeros:” Mario Superby abajo se llamó “Claudio” y aquí arriba “Lucas”. Al Lucas lo conocí cuando viene destinado al sur al trabajo sindical, en el otoño del 73 Nos reunimos un par de veces y después se quedó definitivamente acá arriba, en la montaña (…) Con Hugo Ribol Vásquez conocimos muy bien el trabajo sindical, pudimos hacer un trabajo que se desarrolló rápidamente, más rápido de lo que nosotros esperábamos, adquiriendo presencia prácticamente en todas las principales industrias de Valdivia.”
Luego de terminar la ceremonia con la instalación de la Placa de Memoria en el sector de Molco, continuamos hacia la localidad de Coshuenco, en donde se encuentra el Memorial del compañero Paine, “custodiado” por un hermoso canelo que año tras año se hace más grande y fuerte. La ceremonia comenzó con la lectura, por parte de Alonso , de una completa y documentada biografía de Miguel Cabrera Fernández (que realizó basándose en documentos, libros y testimonios) a través de la cual dio a conocer no solo la trayectoria política de Paine y su consecuencia revolucionaria, sino que también habló de las cualidades humanas de este valeroso compañero. Los testimonios entregados por otros compañeros presentes corroboraron lo expuesto en la biografía de quien fuera el Jefe del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro.
Quedaba todavía instalar la sexta placa para completar el Sendero de la Memoria Guerrillera y, desde Choscuenco, partimos hacia Puerto Fuy, al sector de Quebrada Honda, donde se concretó la construcción del Memorial en homenaje al compañero Pequeco (Juan Ángel Ojeda Aguayo).
El compañero Ibar, dando inicio a esta última etapa de construcción del sendero, manifestó:
“Quiero pedir un reconocimiento y un aplauso para todos los compañeros que han participado en la construcción de los memoriales. Creo que hemos desarrollado una hermosa jornada y hemos cumplido un grandioso objetivo, que es instaurar, ya de manera oficial, El Sendero de la Memoria en Neltume y en estas montañas (…) Hoy día estamos contentos, ustedes ven que se han incorporado familiares a esto. Años anteriores han venido otros familiares, sobrinos, primos, tíos, cuñados. Ha llegado mucha gente y creo que va a seguir llegando. Entonces, inaugurar el Sendero de la Memoria tiene ese valor. El valor moral, ético, de esta lucha.”
Del grupo de familiares de Pequeco presentes en esta actividad, dos de sus hermanas entregaron sus testimonios. La primera en hablar fue Blanca, quien expresó:
“Me llamo Blanca Ojeda, soy la hermana mayor que quedé ahora de 11 hermanos (…) Él era una persona muy alegre, cariñoso. Le gustaba mucho la música, el deporte, fue una persona buena con la gente y sus hermanos. Toda la gente lo quería al Juanito, porque era humilde. Fue muy poco lo que nosotros lo tuvimos, porque tuvo que salir a trabajar a los 15 años con el papá y alcanzó a estar dos años solamente y de ahí se lo llevaron… Yo tengo bonitos recuerdos de él, porque yo seguía de él, éramos los hermanos mayores y hasta ahora lo recuerdo.”
Luego tomó la palabra su hermana Yasna para decirnos:
“Cuando a mi hermano lo llevaron a la cárcel yo tenía 6 años, pero me recuerdo que íbamos con mi mamá a verlo. Él hacía cosas muy lindas en la cárcel, lapiceras, paneras, puras cosas hermosas. Siempre lo íbamos a ver con mi mamá… Cuando ella murió igual lo trajeron escoltado por gendarmes, esposado, pero igual vino al velorio de mi mamá. De ahí lo sacaron de acá del país. Lo contactamos a través de tarjetas postales…En el 81 cuando él volvió, yo me acuerdo todo. Yo tenía 11 años. Llegó en la tarde cuando estaba obscureciendo. Fue justo para el cumpleaños de mi papá. Llegó, tocó y nosotros felices porque él había llegado, pero en realidad nosotros éramos tan chicos que no entendíamos y no sabíamos si él andaba trabajando. Fue una alegría tan grande al verlo después de tantos años. De ahí comencé a preguntarme por qué conversó solo con mi papá y me sorprendí porque le decía a mi papá que en las ventanas pusiera cosas obscuras, para que no vieran los militares que él estaba en la casita, para que la gente no empezara a hablar. Nosotros en ese tiempo no entendíamos, pero después mi papá nos explicó. Me acuerdo que esa noche durmió en la casa. Llegó todo mojado, mi papá le pasó ropa seca, botas secas. Al otro día desperté y él ya no estaba. Se había trasladado acá a Quebrada Honda donde el tío Isaías, que él lo tuvo por esos meses, de julio hasta noviembre, porque a él lo mataron el 28 de noviembre acá.”
Nuestros corazones se hicieron estrechos para poder atesorar el cúmulo de emociones recibidas después de escuchar todos y cada uno de los testimonios, a lo largo de la construcción de este Sendero de la Memoria. El compañero Ibar, en sus palabras de cierre de la actividad, resumió muy bien el significado que tuvo esta jornada al expresar:
“Hoy día, de verdad, me siento un poquito más libre. Creo que en esta propuesta de no olvidar a nuestros compañeros después de todo lo vivido, de proyectar su imagen, por todo lo que ustedes hoy día han escuchado, es para nosotros, los sobrevivientes, una tarea cotidiana (…) Hoy día tenemos El Sendero e la Memoria. Ya estamos pensando reunirnos con los posibles muralistas para realizar el mural del que hablamos cuando empezamos en la mañana. Hay mucha fuerza detrás de esta historia y, por lo tanto, esa fuerza la debemos utilizar de buena manera, y creo que eso es también, de alguna manera, seguir haciendo revolución. No es otra cosa. Esto es rebeldía pura. Por lo tanto el llamado es que ustedes transformen esta rebeldía, de la cual se han empapado hoy, para seguir en sus propios espacios haciendo revolución.”
* Guillermo Correa Camiroaga