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CHILE: EL ESCENARIO POLÍTICO Y EL FUTURO NECESARIO DEL PAÍS

14.01.2018 02:22

Chile y el escenario político

Los partidos de la Nueva Mayoría (NM) atribuyen a diversas “razones” su estrepitosa derrota electoral. Incluso algunos -solo por cumplir un rito- las aderezan con amagos de autocrítica. En una nueva manifestación de la hipocresía que caracteriza la política institucional, la NM elude confesar que ella misma fue el artífice de su derrota, la que cavó su propia tumba con sus políticas ambiguas y su distanciamiento del pueblo. Es una cobardía moral atribuir esa derrota a falta de conciencia de un pueblo mal agradecido.

La verdad sin careta es que la NM (como su antecesora, la Concertación de Partidos por la Democracia), se empeñó en borrar desde el gobierno y el Parlamento todas sus fronteras con la derecha. Al final, la NM terminó siendo, en la práctica, otra cara de la derecha, entendido este concepto como el compromiso político e ideológico de un partido o grupo social con el capitalismo neoliberal.

Chile alcanzó en los años 90 un importante nivel de movilización cuajada de esperanzas democráticas. La Concertación supo capitalizar ese sentimiento que aspiraba a recuperar la democracia, pero con justicia social. No solo exigía juicio y castigo para los responsables de los horribles crímenes cometidos por la dictadura. También se anhelaba un cambio de las penosas condiciones económicas, sociales y culturales impuestas por la dictadura del neoliberalismo. Para alcanzar esos objetivos existía una amplia mayoría social y política que seprolongó hasta la elección de Frei Ruiz-Tagle en 1993.

>Lo que el pueblo quería era borrar -pacífica pero resueltamente- todo vestigio del terrorismo de Estado que martirizó Chile durante 17 años. Ese proceso comenzaba por convocar a una Asamblea Constituyente que elaborara y propusiera una Constitución Política democrática. En esto concordaban todos los partidos opositores al régimen militar. De igual manera, solo con diferencias de matiz, compartían una crítica frontal a la economía de mercado implantado por la dictadura.

No obstante esos planteamientos fueron dejados de lado en los acuerdos secretos que parte de la oposición suscribió con las fuerzas armadas para dar inicio a la “transición a la democracia”.

En las violaciones de los derechos humanos hubo -y hasta hoy sigue desarrollándose- una justicia “en la medida de lo posible”. Esto al menos permitió encarcelar -aunque en condiciones privilegiadas- a unos cuantos criminales, entre ellos altos oficiales de la Dina y la CNI. No obstante hasta hoy, las fuerzas armadas mantienen en secreto el destino de más de mil detenidos desaparecidos.

En materia de derechos económicos y sociales no sucedió lo mismo. Por el contrario, elmodelo instaurado con las bayonetas se ha visto fortalecido durante los gobiernos de la Concertación-Nueva Mayoría. No vamos a repetir las cifras utilizadas en anteriores editoriales y crónicas de PF que revelan cómo han crecido las ganancias del capital nacional y extranjero, en particular el capital financiero, bajo los gobiernos de la coalición derrotada el 19 de diciembre. Ese proceso ha acelerado la transnacionalización de la economía hasta un punto que le va quedando muy poco de nacional.

Hoy los trabajadores enfrentan a una burguesía “mestiza” cuyos gerentes están en Chile pero que reciben órdenes de corporaciones que radican en EE.UU., Canadá, Europa o China. En síntesis, como se sabe, Chile ha pasado a ser uno de los países con mayor desigualdad social del mundo. Y esto, en importante medida, por culpa de los gobiernos que se han sucedido desde 1990, que han velado por los intereses del capital volviendo las espaldas al pueblo. Más bien estos gobiernos se han preocupado de desmovilizar a los trabajadores. La cooptación de organizaciones -bajo supuestos programas de desarrollo social- se convirtió en una labor de especialistas reclutados en partidos de Izquierda. Su misión se ha visto favorecida por la conversión de la CUT en una organización manipulada por una burocracia sin conciencia de clase.

Chile a casi treinta años de la dictadura militar es un país fracturado en lo social, político y cultural. Bajo la superficie del consumismo -utilizado como anestésico social- se ocultan aberraciones vergonzosas como la tragedia de los 250 niños fallecidos bajo la “protección” del Servicio Nacional de Menores. O la dolorosa situación de los ancianos abandonados en hospedajes de mala muerte. O fenómenos corrosivos como el explosivo aumento del consumo de alcohol y drogas por la juventud estudiantil y los trabajadores. O la indolencia burocrática de servicios del Estado. O el robo descarado que cometen las AFP con los fondos de los trabajadores. O la inhumana explotación a la que son sometidos los inmigrantes. O las humillantes listas de espera en los hospitales...

¿Qué comunidad de intereses, cuál cohesión social, qué visión compartida de paíspuede existir en una nación donde existen fortunas superiores a los 20 mil millones de dólares mientras la mayoría de los trabajadores recibe salarios de miseria por jornadas extenuantes y cuyo futuro es cobrar pensiones de hambre?

La casta política -con sueldos superiores a diez millones de pesos mensuales- no tiene relación ninguna con la realidad sumergida de la pobreza. Y esa es la castaencargada de gobernar, legislar y orientar a la opinión pública a través de los medios de desinformación y las universidades.

El cuadro de la realidad del país no estaría completo si no mencionáramos la corrupción que se extiende a todas las instituciones civiles, militares y policiales del país, socavando la confianza que necesitan para su legitimidad. La corrupción es un cáncer que está comprometiendo la estabilidad del sistema, aunque lospartidos responsables de la administración del país se hagan los idiotas.

El resultado del comportamiento histórico de la coalición derrotada en diciembre es que la NM ha conseguido borrar toda diferencia entre la derecha política y la llamada “centroizquierda”. Por eso al clarín de las elecciones sólo acude menos de la mitad de los ciudadanos con derecho a voto. Así un presidente de la República es elegido con el 26,46% del electorado, y muchos parlamentarios con menos del 10% de los votantes de sus distritos.

La despolitización es consecuencia necesaria y deliberada del modelo que nos rige. La responsabilidad de haberlo hecho en un país que se ufanaba de su madurezpolítica, corresponde a la coalición derrotada y a cada uno de sus partidos, desde el Demócrata Cristiano al Comunista.

En vez de reconocer esta realidad, las imperturbables dirigencias se han sumido en negociaciones para articular una mayoría que les permita seguir controlando la Cámara de Diputados y el Senado. Para lograrlo necesitan meter en la amansadora de la política tradicional a fuerzas nuevas que han llegado al Parlamento, como el Frente Amplio. Pretenden continuar una política fracasada y adoptar un nuevo antifaz para la NM y ex Concertación.

Los trabajadores y el pueblo necesitan aprender de su historia. Chile requiere una revolución cultural que permita derrotar la “cultura” del conformismo y la resignación inculcada por el neoliberalismo. Buena parte de esa revolución cultural se materializará con el protagonismo de los artistas, y profesionales. El rol de la ciencia, la literatura, la poesía, la música y las comunicaciones será fundamental. Será una revolución alegre y contagiosa para que su mensaje llegue a millones. Su eje articulador será la exigencia de una Asamblea Constituyente.

Este es el futuro necesario del país.

Para esta lucha se necesita una Izquierda independiente de compromisos con el sistema de dominación. Una Izquierda de ese tipo sólo puede surgir del movimiento social y de sus fracciones organizadas, sobre todo del ámbito de los trabajadores y pobladores. La dispersión actual no debe inducir al pesimismo. Se necesitan chispazos que iluminen ejemplos. La Izquierda necesita superar el trauma de los años 70. El fracaso de la Unidad Popular enseña que un proyecto revolucionario requiere de una fuerza ideológica, política y material muy superior a la de la burguesía.

Conciencia, organización, alimentos, medicinas y armas -en este caso un ejército y milicias populares- son los factores que determinan la fortaleza de una revolución por pacífica que pretenda ser. Así lo demuestra la experiencia chilena y la de países hermanos. La Unidad Popular fue derrotada porque el pueblo estaba desarmado y nunca logró establecer su hegemonía, minada por el desabastecimiento y la inflación. La subversión golpista, dirigida y financiada por el imperialismo, mantuvo a raya al gobierno del presidente Salvador Allende. La Ley de Control de Armas -iniciativa de la DC- y la sumisión a un Parlamento opositor, finalmente llevó al desastre a la más grande hazaña política alcanzada hasta ahora por los trabajadores chilenos.

Para dominar los traumas y temores conviene repasar nuestra historia. Sería absurdo recorrer el mismo camino de los años 70. Ya sabemos cuál es su destino. Poreso, no se trata de tejer unidad para objetivos menguados, sino de levantardesde la base social -con tenacidad y paciencia de hormigas- un proyecto decambios fundamentales que conquiste a los más diversos sectores sociales: trabajadores, mujeres, pobladores, estudiantes, artistas, intelectuales, profesionales, religiosos, militares, etc. El marxismo y el cristianismo popular constituyen la armazón ideológica fundamental de los tiempos que vienen.

En los hechos se trata de crear la Izquierda de este siglo. Una aventura del ser humano mucho más atractiva que bombear oxígeno a un sistema de dominación que corrompe, empobrece y consagra los privilegios de una minoría.

Punto Final

 

TATI ALLENDE. UNA REVOLUCIONARIA OLVIDADA

14.01.2018 02:10

Tati Allende una revolucionaria olvidada

Su autor Marco Álvarez, director de la Fundación Miguel Enríquez, fue quien decidió emprender la escritura de “Tati Allende. Una revolucionaria olvidada”, en momentos en que investigaba la vida del fundador del MIR: “Beatriz se volvía a aparecer en los pasajes más importantes de la historia reciente, apoyando la gesta guevarista en Bolivia, siendo la más leal colaboradora de su padre durante el gobierno de la UP, articulando a las izquierdas para impulsar un frente común en el exilio. En ese camino me pregunté por qué nadie se ha centrado en recuperar su historia. ¿Qué hay detrás del silencio de Tati?”.

En el volumen se pueden reconocer las múltiples dimensiones de la “hija guerrillera” de Allende. Militante del Partido Socialista, tuvo un rol destacado en Chile para el Ejército de Liberación Nacional conducido por el “Che”, se casó con un miembro de los servicios de inteligencia cubana, y acompañó a su padre en La Moneda hasta su último día, a pesar de tener un embarazo de siete meses.

“La Tati fue socialista pero también media mirista, media guevarista, media allendista. Nadie sospechaba de que ella caminara por todos esos senderos, porque le era natural. Por eso Salvador Alllende le deja el mandato de articular a las izquierdas en el exilio. Si uno ve el contexto político actual, este legado es fundamental a la hora de construir proyectos transformadores hacia el futuro”, dice el autor.

Según explica el libro, Beatriz fue la hija favorita de Allende, algo que marcó su vida y también su muerte. Al llegar su padre a La Moneda en 1970, ella se convirtió en su más cercana asesora en la Secretaría Privada de la Presidencia, donde estrechó lazos con Miria Contreras, la “Payita”, y fue clave en las negociaciones entre su padre y la extrema izquierda chilena.

Nunca se perdonó el haber salido de La Moneda por petición de Allende y cuatro años después del Golpe de 1973, luego de innumerables giras por Europa organizando sin mucho éxito la solidaridad en el exilio contra la dictadura de Pinochet, Beatriz Allende se suicidó en La Habana, confiando sus hijos, Maya (hoy diputada) y Alejandro (residente en Nueva Zelanda), a Mitzi Contreras, hermana de “Payita” y quien sería para ellos una segunda madre.

“El hecho de haberse suicidado la marginó al silencio, además era mujer y la revolución ha sido históricamente patrimonio masculino. Pero también la izquierda es responsable, durante la Transición, de no volver sobre su figura. La Tati incomoda en tiempos como el nuestro porque representa la dimensión más revolucionaria de Salvador Allende”, indica Álvarez.

El libro “Tati Allende. Una revolucionaria olvidada” ya fue presentado por el autor, hace unos días, en Casa de las Américas en Cuba. Específicamente en “Casa Tomada”, encuentro de la intelectualidad latinoamericana donde participaron más de 100 jóvenes de todo el continente.

“Presentar el libro en la Habana fue hacer el recorrido de vuelta y una buena oportunidad, a 40 años de su muerte, para recuperarla de las cloacas del olvido. Recuperar a Tati tiene sentido, no sólo por su aporte histórico en los convulsionados procesos recientes, sino porque su legado político es fundamental para las nuevas generaciones de luchadores sociales: fue políticamente radical sin ser sectaria, atributo que muy pocos revolucionarios tuvieron en el Siglo XX y, a la vez, tuvo la capacidad de articulador a las diferentes izquierdas en Chle”, concluye el autor.

 

Tati Allende

 

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