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KAROL CARIOLA: “ES IMPRESENTABLE QUE LA JUSTICIA CHILENA RELATIVICE CONDENAS POR CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD"

21.07.2015 14:17

La parlamentaria formó parte del grupo de parlamentarios del PC, de la izquierda Ciudadana y del PS que presentaron este lunes ante la Corte Suprema un recurso de “Amicus curiae” para impedir que el ex agente de la Dicomcar Alejandro Sáez, quien cumple la condena de presidio perpetuo por el asesinato de los dirigentes comunistas Santiago Nattino, José Manuel Parada y Manuel Guerrero, reciba el beneficio carcelario.

Tras el otorgamiento del beneficio carcelario al autor del secuestro y homicidio de los militantes comunistas José Manuel Parada, Santiago Nattino y Manuel Guerrero, un grupo de parlamentarios ingresó a la Corte Suprema el recurso “Amicus curiae”, para evitar la libertad condicional del ex agente de la Dicomcar, Alejandro Sáez Mardones.

Hasta la Corte Suprema de Justicia llegaron los diputados Daniel Núñez (PC), Hugo Gutiérrez (PC), Leonardo Soto (PS), las diputadas Karol Cariola (PC) y Camila Vallejo (PC), junto a la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Lorena Pizarro, para oficializar ante los tribunales de justicia el ingreso del mencionado recurso.

La acción judicial permite a una persona u organización, no siendo parte del juicio, poder intervenir al tener un interés en la resolución del litigio, ofreciendo así una opinión para la substanciación del proceso.

Para los parlamentarios, el recurso busca impedir que los crímenes de lesa humanidad cometidos por Alejandro Sáez, condenado a cadena perpetua por el denominado “Caso Degollados”, tengan algún tipo de beneficio carcelario.

El jefe de la bancada del Partido Comunista e Izquierda Ciudadana, diputado Daniel Núñez, señaló al respecto que la acción fue presentada ante la Corte Suprema “invocando las leyes internacionales que establecen lo que son las normas de los delitos de lesa humanidad, dado que este crimen horrendo bajo la dictadura, el degollamiento de los tres profesionales comunistas”.

“No corresponde que se haya entregado en la primera instancia esta libertad condicional o la posibilidad de libertad condicional a Alejandro Sáez Mardones, quien es uno de los condenados a cadena perpetua. Este es un hecho gravísimo, es un primer paso para que en Chile vuelva la práctica de la impunidad, porque violadores de derechos humanos, personas que han cometido los crímenes más atroces en cualquier país del mundo simplemente deben pagar la cárcel completa”, concluyó el diputado Núñez.

Por su parte, la subjefa de la bancada PC-IC, diputada Karol Cariola, manifestó que “nos parece impresentable que la justicia chilena esté relativizando las condenas que se han hecho de manera clara y definida a aquellos responsables de crímenes de lesa humanidad, crímenes tan terribles como los que vivieron nuestros compañeros que fueron víctimas: Nattino, Guerrero y Parada”.

En ese sentido, la diputada Cariola solidarizó con las familias y la apelación que han hecho para dejar sin efecto la libertad condicional. “Un delincuente como este no puede estar suelto en la calle, no puede caminar libremente, no puede tener este tipo de privilegios porque los crímenes de lesa humanidad deben ser condenados con toda la fuerza de la ley y más todavía cuando esto está suscrito al derecho internacional, así lo hemos planteado. En ese contexto es que respaldamos nuestra apelación”, recalcó.

Por su parte, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Lorena Pizarro, agregó estas acciones “son muy importantes para la causa de Derechos Humanos. Hace años se encuentra en el Parlamento un proyecto de ley, particularmente en el Senado, que impediría aberraciones como esta. La falta de voluntad política de todos los poderes del Estado permite que hoy, violadores de DDHH puedan gozar de beneficios carcelarios”.

Para Lorena Pizarro, la libertad condicional otorgada a Sáez Mardones, es una “nueva ofensiva de impunidad, es el inicio de la posibilidad efectiva de que los genocidas empiecen a quedar en libertad, en cárcel especial. Hoy día nosotras estamos convencidas como organización que la tarea es clara y el Gobierno, el Parlamento y este poder judicial, tendrán que ver si están a tono de la justicia y la democracia o van a seguir en complicidad con esta impunidad que finalmente los hace también cómplices de los crímenes”.

Finalmente, el abogado de Derechos Humanos, Boris Paredes, explicó que el recurso “Amicus curiae” permite que los diputados, como representantes de sus respectivos votantes, están afectados también por el incumplimiento que pretende el Estado frente al derecho internacional.

“El Estado tiene la obligación de juzgar y sancionar, y lo hizo pero ahora, mediante un recurso sacado bajo la manga, sin ninguna tramitación de juicio, se les pretende dar una libertad contraviniendo todas las normas de pena efectiva que exige el derecho internacional. No es bueno que Chile nuevamente aparezca incumpliendo, que nuevamente aparezca como una isla frente al derecho internacional, y por eso se está recurriendo y se le está pidiendo a la Corte Suprema que revoque este fallo”, concluyó el abogado.

Fuente: El Mostrador

DIARIO EL PAÍS SOBRE EL ESTADIO NACIONAL: "LA MEMORIA DEL HORROR EN UN CAMPO DE FÚTBOL"

12.06.2015 14:04

En un artículo firmado por Pedro Cifuentes, el diario español recuerda que el recinto deportivo ñuñoino, donde este jueves se inaugura la Copa América, funcionó como "una cárcel" tras el golpe militar de Pinochet. Leelo aquí.

En un fondo del Estadio Nacional de Chile, donde este jueves se inaugura la Copa América, hay un sector de gradas de madera, no de plástico, que tampoco está flanqueado por una valla publicitaria, sino por unas rejas. Escrito en la parte superior está la frase “Un pueblo sin memoria es un país sin futuro”, lema que una corporación de expresos políticos de la dictadura militar ha escogido para convertir ese sector del Coliseo en un museo permanente del horror. Allí vivieron 20.000 personas un improvisado campo de concentración durante dos meses: entre el 12 de septiembre de 1973 —un día después del golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet— y mediados de noviembre.

El proyecto Estadio Nacional-Memoria Nacional ha elegido para su propósito la escotilla o vomitorio número 8, la predilecta de los presos, porque desde allí podían ver (o creían ver) a los familiares desesperados que se agolpaban en el exterior para hacer o recibir señas. “Los presos se quitaban una prenda reconocible y la levantaban en brazos para que sus seres más queridos estuviesen tranquilos después de días buscándoles”, explica a este diario la presidenta del colectivo, Wally Kunstmann, que también probaría el espanto de las cárceles, los golpes y la desesperanza cuando una de las personas “de izquierda” a las que había protegido en casa de sus padres, “superado por unas torturas que debieron de ser horribles”, delató su nombre a los carabineros.

Aunque las paredes de la escotilla han sido pintadas por lo menos cuatro veces desde entonces, todavía puede percibirse el relieve de las iniciales y los palitos con los que los prisioneros (usando clavos o llaves) señalizaban cuántos días llevaban allí para no perder la noción del tiempo. “Aquí no torturaban”, relata Kunstmann en este espacio impactante, cuyas paredes repintadas muestran fotos de supervivientes, muertos y torturados que colocan el fútbol en segundo plano y roban todo el protagonismo a las acróbatas que, ajenos al drama, ensayan sus coreografías para la ceremonia de inauguración.

“Las peores torturas se hacían en el Velódromo. Llamaban a la gente, uno por uno, desde aquellos altavoces y se los llevaban por la puerta del Maratón. Volvían rotos, cansados, o no volvían… A algunos los tiraban en el río Mapocho, o en los canales de riego. Un compañero nuestro despertó a los tres días rodeado de cadáveres”.

El propio director de la ceremonia, Esteban Icardi, señala que este recuerdo del horror está “integrado” en el estadio y que no hace falta insistir en él durante los actos inaugurales: “Está ahí, a la vista de todos”. “La iluminación de ese espacio restaurado será muy sutil, respetuosa, y será parte de la fiesta. Nunca debió de utilizarse para eso, pero es nuestro estadio, y mientras no se demuela y haya otro es un lugar de respeto y de oración para muchos. Un lugar del deporte”.

Manuel Méndez tiene 67 años y pasó 50 días recluido en uno de los vestuarios contiguos a la escotilla 8, donde 300 personas convivían en un espacio inverosímil. “¿Ve usted esa estantería? Aunque le parezca mentira, algunos se las arreglaban para dormir ahí; les hacíamos barreras con los cinturones para que no se cayeran al suelo”. Manuel afirma que “en cualquier otro país este estadio sería un museo… Pero no tenemos otro”. Rememora que aquellos días fríos de septiembre “con unas corrientes horribles de aire” las gradas lucían “llenas, como si hubiese un partido” y que “te pegaban siempre, por cualquier cosa: cada vez que se abría la puerta, algo espantoso podía ocurrir”.

El uso del coliseo deportivo como campo de concentración terminó en noviembre porque debía disputarse el partido de repesca al Mundial de 1974 contra la Unión Soviética, que se negó a viajar y disputar el partido por cuestiones políticas. Los jugadores chilenos, sin rival, sacaron de centro y metieron un gol. Chile jugó ese Mundial. “Pero los jugadores no tenían la culpa, a nosotros nos encanta el fútbol”, dice Kunstmann, que, eso sí, menciona a Carlos Humberto Caszely, el único jugador que se negó a estrechar la mano de Pinochet cuando despidió a la selección antes de viajar a Alemania.

Como en otros testimonios similares, también en esas condiciones miserables floreció lo mejor de la condición humana. Manuel Méndez cumplió en ese vestuario inhóspito 25 años. “Todos los 9 de octubre, aunque mis queridos nietos me cocinen tortas, me emociono al recordar el regalo que me hicieron mis compañeros: dos hallullas [panecillos con mucha miga] con un fósforo encendido encima. ¿Usted sabe el sacrificio que era eso en aquellos momentos? Era pan robado, con mucho riesgo… Nos los repartíamos religiosamente, estaba prohibido comer antes de que todos tuvieran su pedazo. Tengo el sabor de esas migas en mi cerebro. No sé si probaré algo más rico antes de morir”.

Publicado en la edición digital de El País.

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