Testimonio:
Pedro C. Rivera
Combatí junto a mi hermano, Manuel y otros tantos compañeros en la casa Presidencial de Tomás Moro, donde también ese día nos tocó custodiar a su esposa Tencha. Fue un día gris, con una llovizna fría, lleno de sin sabores, donde se destruyeron los sueños de todos los que creímos en una sociedad mas justa e igualitaria. Con mis 20 años hace poco cumplidos.
Se combatió contra un ataque aéreo de dos helicópteros y los aviones de combate de la gloriosa Fuerza Aérea de Chile y sus oficiales traidores a la Constitución establecida, con un Presidente elegido por el voto del pueblo de Chile democráticamente.
Después de pasar a la clandestinidad un día 13 de Sept. 1973, se toma por asalto la casa en Santiago donde estaba clandestino, con fuerzas de aire y tierra, me refiero por un helicóptero y un bus de carabineros, con un contingente de 15 hombres armados con fusiles ametralladoras.
Los cuales dispararon a la casa sin piedad y rompieron a balazos la cerradura del portón de fierro, ubicado a cuatro metros de la entrada de la casa.
En la muralla quedaron huellas de los disparos y dentro de casa nos encontrábamos un sobrino de 4 años y una sobrina de 5 años y un amigo que los cuidaba mientras la mamá trabajaba afuera de casa.
Me golpearon de inmediato, porque yo me había asomado a la puerta al sentir tanto ruido sobre el tejado que hizo un helicóptero a baja distancia y las fuerzas de represión estaban apostados alrededor de la casa y me pedían que entregara
Me llevaron hecho prisionero ya que yo estaba como visita en esa casa. Me pegaron en forma brutal, me trataron de lo peor, combos, patadas, culatazos por todo el cuerpo mientras caminábamos hacia el bus que se encontraba estacionado cerca de la casa.
Caminaba con las manos en la nuca y con un carabinero fascista apuntándome todo el tiempo con su fusil y amenazándome de muerte casi todo el tiempo, descargaron toda su pedagogía asesina e inhumana, gritándome; hijo de puta extremista, comunista asesino, conchas de tu madre, te vamos a matar. Todo este tiempo me recriminan con improperios y de pronto al llegar al bus, me suben a empujones y dentro me dan otra paliza más con todo el personal existente.
Luego me ponen contra la ventana y un policía detrás a mis espaldas apuntándome en mi hombro derecho y me dice; por estos lugares hay francotiradores y al primero que mataran será a ti hijo de puta.
Yo guardaba silencio, nada veía con mis ojos cerrados me venían los más lindos recuerdos de mi vida, en cosas de segundos, pasaban imágenes preciosas de mi vida, cómo si uno se estuviera despidiendo de la vida misma.
Yo estaba fuerte interiormente por haber estado defendiendo el Gobierno constitucional y Democrático de nuestro querido compañero Presidente Q.E.P.D. Doctor Salvador Allende Gossens en su residencia Presidencial ubicada en Tomás Moro el mismo día 11 de septiembre de 1973, junto a mi hermano mayor Manuel; pertenecíamos al Dispositivo de Seguridad del Presidente Salvador Allende.
Yo decía dentro de mi que estos asesinos me pegaran un balazo para terminar de una vez toda esta tortura física y sicológica tan brutal, me molieron a culatazos y simulacros de fusilamiento y ninguna palabra me sacaban.
Yo estaba tan fuerte moralmente que me venían unas fuerzas sobrenaturales que me hacían soportar a toda esa manga de traidores con uniformes. Abusaron de poder contra jóvenes con honor y moral democrática que juramos respetar la Constitución y servir al Estado de todos los chilenos y el Gobierno de la Unidad Popular.
Después de toda esta paliza con los carabineros de la comisaría número 10 que está ubicada en la Gran Avenida entre el paradero 7 y 8, aproximadamente.
A posterior pasa una patrulla de la Fuerza Aérea y me arrestan ellos y me trasladan a la escuela de aviación ubicada en el Bosque, me vendan los ojos y me atan las manos. Me llevan a una escalera caracol donde me hacen subir y dentro de una sala me amarran mis pies y me pegan con una goma en los testículos dí un salto que me elevó casi hasta el techo en mi subconsciente y grito de dolor, exclamo "mamita linda...." me contesta el torturador cobarde que golpea a un prisionero amarrado de pies y manos y los ojos vendados, ahora te acuerdas de tu madre; hijo de puta!!! Vuelven a preguntarme por los nombres de dirigentes o jefes de organización política y respondo que no se nada y que no tengo idea de que me preguntan.
Más tortura y golpes y siguen tratándome como a un perro o peor que esto, me repiten que ahora si que me matarán y me disparan, siento algo helado que pasa cerca de mi oreja derecha y me repiten que la próxima bala va directo a la cabeza...
Me pasan un papel y un lápiz y que escriba mi nombre y unas pocas líneas a mis padres, yo no hice nada solo una raya y nada más que eso; una raya siempre con los ojos vendados y nuevamente en mi interior vuelven aparecer unos cuadros hermosos del proceso del Gobierno de la Unidad Popular y más viendo la imagen del doctor Salvador Allende. Esto me daba fuerzas y así me preparaba para morir con mi moral fortalecida y más convencido por todo lo que había vivido y luchado junto al pueblo y la clase nuestra, obreros, campesinos y estudiantes y mis hermosos 20 años hace meses cumplidos.
Mas tarde me llevan a un gimnasio me sacan las vendas y me designan un lugar donde hay una colchoneta que estaba separada a dos metros de otros presos políticos que ya estaban más horas o días antes que yo.
No se podía hablar absolutamente nada, todo esto ocurrió entre el 13 y 14 de septiembre de 1973.
Al amanecer del día siguiente nos despertaron a las 7:00 AM llega un oficial con un soldado y nos grita ¡levantarse! ¡terroristas hijos de puta! ¡traidores a la Patria! aquí no están de vacaciones a trotar... todos afuera, todos los otros lo hicieron, yo fui el único que me quedé sin poder levantarme, entonces el oficial se dirigió a mi y me dijo que me iba a parar de una patada en el hocico o donde me cayera, que te has creído hijo de puta. Ya cuando se acercó más vio que estaba semi destrozado, molido entero, me ofreció unos calmantes y me los tomé; el soldado que lo acompañaba me dijo bajito que me conocía, yo le contesté que yo no lo conozco, me cuenta que el también tiene un familiar preso y no puede ayudarlo.
Me dio un vaso de leche con sus manos, yo no podía sujetar el vaso ni levantar el brazo siquiera, con mis dolores no sabía cómo recostarme si de lado, boca abajo, boca arriba, no había ninguna posición que soportara y el oficial me dejó tendido ahí que descansara, un gesto humano que lo conmovió fue mi estado terminal de ser humano y de mi estado físico cadavérico.
Al medio día dicen que nos trasladaran desde la FACH hasta la comisaría nuevamente de la Gran Avenida donde estuve el primer día de arresto.
Se me pasaron tantas cosas por la mente que dije, ahora estos me mataran a golpes nuevamente, ya no quería más guerra con los torturadores, al límite de desfallecer, los dolores eran insoportables, al llegar nos hacen bajar a puros culatazos y patadas y nos dicen que nos subamos a una camioneta que nos trasladará a un campo de concentración y que ahí nos mataran a todos.
Resulta que el vehículo no funciona y nos gritan que ¡hay que bajarse conchas de su madre! Culatazos y patadas otra vez hasta subirnos a otro vehículo, así pasó una hora y al fin parte el motor que nos lleva hacia lo desconocido, la incertidumbre, la impotencia era enorme pero esperábamos el momento lo que fuera nuestro destino.
Durante el trayecto viajamos todos en absoluto silencio, con nuestras propias pesadillas sin respuesta alguna, al llegar al campo de concentración, que; para sorpresa era el Estadio Nacional, bajan todos y quedo de los últimos nuevamente, al entrar al Estadio veo que se formó un pasillo de soldados por ambos lados y tenía que caminar arrastrando mis zapatos y mis dolores internos y ellos esperando para darme otro castigo de golpes, ya los otros pasaron y al acercarme yo, me vieron en las condiciones que me movía y la cara semi destrozada, les removió la conciencia o tenía un ángel a mis espaldas y ninguno me tocó solo me miraron como arrastraba mis heridas por la vía crucis. Después de revivir mis fracturas y sobrevivir del hambre de los salvajes torturadores, que al encontrarme con algunos de mis camaradas del Dispositivo de Seguridad y jefes de seguridad del Presidente Salvador Allende, me alegré de verlos vivos también y que resistieron al igual que yo... Fernando Chávez, quién falleció en Estocolmo, Hernán Medina, Miguel Fuentes.
Al tiempo después fuimos trasladados al puerto de Valparaíso y nos transportan en el barco salitrero llamado Andalién, hasta llegar al puerto de Antofagasta y en camiones militares al desierto de Calama y luego a la estación de la salitrera Chacabuco; aquí se convirtió en el primer campo de concentración de los prisioneros de guerra.
¿Cuál guerra? ... ¿Cuales armas? ... ¿Cuál fue el ejército marxista o comunista que combatió contra el ejército glorioso y valiente de sus FF.AA. de Chile?
A nadie tomaron prisionero con armas y en enfrentamientos, a todos casi la mayoría los arrestaron desde sus puestos de guardias y a posterior en sus hogares; delatados por buenos y concientes vecinos.
Con la presión de la Cruz Roja Internacional y la solidaridad de los pueblos y países democráticos recuperé un día 13 de febrero de 1974 mi añorada y soñada LIBERTAD desde el Estadio Chile.
Luego mi exilio hacia la Argentina y a posterior después del golpe militar también el año 1976 en Argentina derrocaron el Gobierno de Estela Isabel de Perón. Por lo tanto viajé a otro exilio más lejano, Suecia en la que sigo hoy esperando con mi trabajo mi pensión digna. Que me alcance para mis años de vida posteriores que nos quedan, sin aún recibir un reconocimiento por la Democracia en Chile y menos por el glorioso Partido Socialista de Chile.
Para la Memoria Histórica. Mi testimonio servirá para las generaciones futuras y para que nunca más se repita y se acepte un Golpe Militar.
ex combatiente de Tomás Moro.